Habitar en el siglo XXI

La vivienda del siglo XXI ya NO es un espacio construido en el que vive el ser humano. La casa es mucho más que eso.  

La vivienda contemporánea es un lugar de condiciones apropiadas y con ambiente particularmente adecuado a los gustos y necesidades personales de alguien. Es un hábitat. En ella ya no solo habitamos en el concepto más estricto de la palabra, si no que la utilizamos para teletrabajar, hacer deporte, reuniones sociales, etc… La Pandemia y los confinamientos han puesto de manifiesto y acrecentado este hecho. La flexibilidad de los espacios es una necesidad en la vivienda posmoderna. Y aunque los espacios tradicionales no van a dejar de existir (Cocina, Baño, salón), estos están condicionados por unas nuevas reglas de esa polivalencia y coexistencia de múltiples usos.  

 

La vivienda va mucho más allá de lo material. Es un concepto más amplio le afectan factores no tangibles. La luz, natural o artificial, juega un papel clave, nos facilita la tarea de habitar y distribuir espacios sin tabiques. No se puede entender espacio sin luz. Al igual que la luz, otro factor determinante en una casa es el confort térmico, el sentirnos arropados por nuestra propia casa. Este concepto es más ambiguo.  Pero hay ciertos factores que intervienen y condicionan el confort térmico: la orientación, cerramientos, aislamientos, las instalaciones de climatización, el mobiliario, etc. 

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La vivienda contemporánea es un lugar de condiciones apropiadas y con ambiente particularmente adecuado a los gustos y necesidades personales de alguien. Es un hábitat.

Además, del mismo modo que no hay 2 personas iguales y que no tienen las mismas necesidades (familiares, sociales, laborales), no debería de haber dos casas iguales. Cada vivienda ha de estar adecuada a nuestra manera de habitar y debe ser el reflejo de las necesidades. 

El gran problema es la globalización, que tiende a crear productos en serie y fácil de multiplicar, lo estándar. Prácticamente casi todas las viviendas de mediados de siglo XX hasta nuestros días son iguales. El mismo apartamento puede estar en Madrid, Santiago de Chile, Berlín o Pekín. Nos hemos acostumbrado a habitar en espacios estándar hechos para todos y realmente para nadie.  

El auge actual de las reformas en las viviendas, pisos y casas, llega después de pasar bastantes horas en casa por una pandemia y haber tenido la necesidad de usar la casa como un espacio más allá de lo estrictamente esencial. El sentimiento general es que como sociedad nos hemos dado cuenta de las carencias de nuestros espacios vitales.